Otoño 2017
Inventarse una genealogía. Transitar el abismo entre lo científico y lo religioso. Hacer de cada pequeño acto de vida un suceso bíblico. El Carcarañá surca la tierra, y en ese surco va sedimentando el tiempo. Como en un relicario, los recuerdos son guardados dentro de las barrancas, que contrastan con la fluidez constante del río. Pareciera que en ese fluir, en el cauce que deposita sus aguas en el Coronda primero, y en el Paraná después, pequeñas historias se detuvieran, encontrando resguardo, hasta que algún explorador se atreva a desandarlas.
José Guevara y Thomas Falkner, ambos jesuitas, son los primeros en encontrar grandes fósiles en las cercanías del Carcarañá. Atribuyen, sin embargo, esos huesos a gigantes humanos que habrían habitado estas tierras antes del diluvio universal: “Los gigantes, torres formidables de carne, que en solo el nombre llevan el espanto y asombro de las gentes, provocan ante todas cosas nuestra atención. No se hallan al presente, pero antiguos vestigios, que de tiempo se descubren sobre el Carcarañal y otras partes, evidencian que los hubo en tiempo pasado.”
La exuberancia americana desborda la visión europea. A Falkner, médico inglés formado en la floreciente ciencia de su país, no le alcanzan las taxonomías para analizar un paisaje que—con insistencia—lo desborda. ¿Qué escenas bíblicas habrá imaginado este científico convertido en jesuita? ¿Cuáles son las historias que guarda este río? Quizás los gigantes aún habiten estas tierras, encontrando en la noche el momento para abandonar la barranca y deambular por la ribera.
(Enlace al video)
Texto
Jesu Antuña
Obras
Estación 1, Diego Arraigada, instalación visual.
Estación 2, Jesu Antuña, instalación visual.
Estación 3, Lilen Barberis, instalación audiovisual.
Estación 4, E’Bo / Luciérnaga Furiosa, instalación sonora.
Lugar
Carcarañá, Depto. San Lorenzo, Prov. de Santa Fe, Argentina.